Nadar contra la corriente
"Nadar contra corriente" es una expresión muy popular que representa cuando alguien debe esforzarse por lograr lo que desea aunque esto implique ir en contra de todo lo que pareciera ser la norma. Es como esforzarse con un propósito a pesar de las circunstancias adversas. Luchar sin dejarse vencer.
¡Eso suena emocionante! ¡Y te dicen que deberías intentarlo!... excepto si eres cristiano. Si es así: "cállate". Este pareciera ser el mensaje que recibimos actualmente.
¿Saben una cosa? Esto no es nuevo. El Apóstol Pablo escribió unas cartas hace muchos años, una de ellas fue dirigida a una iglesia en una ciudad griega llamada Corinto. Esta super metrópoli antigua era uno de los centros mercantiles, de paso y de negocios más prominentes en la antigua Grecia. En ésta ciudad se llevaban a cabo los "Juegos Istmicos", sólo sobrepasados en popularidad e importancia por los "Juegos Olímpicos". Además, esta ciudad estaba llena de gente, tanto locales como turistas, hombres de negocios y "religiosos" seguidores de Apollo y Afrodita.
En fin, Corinto por ser una tan cosmopolita, tenía una variedad de corrientes de conducta disponibles para seguirlas a su antojo. Este tipo de cultura estaba tan incrustado en la sociedad que para quienes se convertían a Cristo les era difícil dejarlas.
No lograban "nadar contra la corriente".
De hecho, la primera carta que el apóstol Pablo les envía tiene como tema principal llamarles la atención por su conducta poco cristiana.
La mayoría de los nuevos creyentes estaban teniendo muchas dificultades para lograr dejar de ser quienes eran antes y divorciarse de las costumbres y la cultura que les rodeaba.
Ellos tenían la intención de ir contra la corriente, pero parecía que carecían de algo que les impedía que pudieran lograr su meta.
Dios, por medio de Pablo, les habla en un tono un poco severo pero amoroso acerca de cómo deben de comportarse a pesar de vivir en medio de personas que no siguen Sus reglas.
Lenta pero concisamente les guía hacia lo que El desea que hagan en la mayoría de las situaciones que enfrentaban diariamente tanto dentro como fuera de la congregación.
Nadar contra la corriente no es fácil, requiere de valor, de dominio propio, requiere de determinación.
"Todas las cosas me son lícitas, mas no todas me convienen;
todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna."
1 Corintios 6: 12
Podemos hacer muchas cosas, puesto que somos libres para hacerlas. A nadie en Corinto se le impedía hacer lo que deseaban. Pero ¿Será que son ésas cosas para nuestro bien? ¿Será que algunas de ésas cosas en realidad me dominan a mí y no yo a ellas?
Estas preguntas deberían de confrontarnos acerca de si nadamos con la corriente haciendo lo mismo que hacen los demás, o si nadamos en contra, haciendo lo que sabemos que esta bien, lo que desea Dios para nosotras aunque no sea lo que los demás hacen o dicen.
Tenemos libertad: Cristo pagó por nosotras haciéndonos libres. Estamos bajo Su gracia, todos nuestros pecados nos son perdonados. Estas son las verdades bajo las cuales vivimos quienes hemos aceptado a Jesús como Nuestro Señor y Salvador. Sin embargo, no podemos justificarnos bajo ésta verdad para pecar a propósito. Esto sería una bofetada en la cara misma de Jesús al menospreciar lo que hizo en la cruz.
No es no pecar, porque somos pecadores e irremediablemente siempre pecamos. Lo que digo es pecar a sabiendas de que lo que vamos a hacer está mal y que rompe nuestra relación con Dios. ¿Lo haremos?
¿Apoyaremos algo que va en contra de la ley de Dios? ¿Seguiremos las corrientes de ésta cada vez más corrupta e indefinida sociedad a pesar de saber que no es agradable a los ojos de Dios? ¿Miraremos para otro lado? ¿Callaremos? ¿Nos dejaremos dominar por la corriente?
Nadar contra la corriente no es fácil, es un trabajo duro. Pero en Cristo todo lo podemos, porque El nos fortalece.
Nademos contra la corriente.
¡Un abrazote!
¡Dios es fiel!
Priscilla