¿Soy mala por dudar?

En el Evangelio de Mateo se menciona en el capítulo 4 que Juan el Bautista había sido encarcelado, pero es hasta el capítulo 11 en donde se nos narra lo que ocurre con Juan mientras está ahí y su desenlace que será hasta el capítulo 14.





Pero entre el capítulo 4 y el 11 ha pasado un tiempo prudencial, un tiempo en el que Juan está en las mazmorras de la Fortaleza de Macaerus. Durante éste tiempo, Juan pasa la prueba más dura de su vida, por lo cual la duda entra en su corazón.

Primero analicemos quién es Juan el Bautista:
1. El es primo de Jesús y su nacimiento fue un milagro de Dios.
2. El fue un mensajero de parte de Dios para avisar acerca del la primera venida de Jesús.
3. Jesús se refiere a él como un hombre firme, siervo de Dios y especial.

¿Entonces cómo fue que dudó?

Las personas creyentes , aquellos que hemos aceptado la obra redentora de Cristo para nuestras vidas,  que vivimos para Él, hemos sido bombardeados con la falsa idea de que la duda es algo terriblemente malo y que jamás deberíamos de tener.
Pero la duda en sí misma no es un pecado y tampoco es necesariamente mala.

Primero, la duda no te hace mala cristiana. La duda es normal en los seres humanos, en todos, creyentes e incrédulos por igual. 
La duda tampoco es pecado, pero al igual que el pecado es imposible ser un ser humano sin ella.
Por lo tanto la duda, tal como el pecado, es algo que podemos combatir.

Pero algunas veces la misma duda es una duda "buena" y digo ésa paabra con cuidado porque sé que es una línea muy fina pero la duda, realmente, podría ser algo bueno.
La duda podría transformarnos en algo así como un niñito que camina llorando y alzando sus brazitos hacia su madre diciendole: "álzame mami". Entonces nosotras, debido a la duda, podríamos estar caminando más cerca de Dios alzando nuestros brazos clamando por Él mismo. De ése modo ya ésa duda no es mala sino algo bueno que nos está lanzando hacia Dios en lugar de alejarnos de Él.


Entonces, volviendo a Juan el Bautista, él dudó debido a la gran prueba que estaba enfrentando. Dudó de si realmente estaba en el lugar correcto, de si Jesús era a quien se suponía que debía de esperar, dudó del verdadero propósito que estaba cumpiendo ahí, dudó debido a que las expectativas que él tenía no se estaban cumpliendo... Ése largo tiempo en una mazmorra le hizo enfrentarse con duras preguntas que hicieron tambalear su fe. 
Pero hay un par de cosas que debemos de rescatar acerca de la duda de Juan:

Primeramente fue a quien le podía sacar de sus dudas: Jesús. Así mismo , nosotras cuando nos enfrentemos con la duda recurramos al Único que puede ayudarnos. Clamemos a su misericordia y hagamos las preguntas que debamos de hacer, las preguntas honestas pero difíciles que nadie mas nos puede responder. El quien es la Sabiduría y quien es la Verdad nos hará reposar en paz. Podemos estar confiadas de que Él nos dará la respuesta que necesitamos y la fortaleza para seguir adelante. 

Segundo, Jesús no se escandalizó por la duda ni por la pregunta de Juan, por el contrario, le calificó como un hombre grande fiel y especial , como comenté anteriormente, pero lo mejor de todo es que le respondió a la incógnita que habia generado la duda.

Y dado que Dios nunca cambia, podemos esperar lo mismo cuando vamos a Él con nuestras dudas.

No desmayemos en ésta carrera de la fe, ni siquiera cuando pareciera que la meta está demasiado lejana o que la meta parece desvanecerse. La duda sana nos puede estar esperando a la vuelta de la esquina, pero ella ya no nos podrá vencer si ya tenemos armas para combatirla.

¡Un abrazote!
Priscilla

P.D. Este artículo es complemento del estudio bíblico Combatiendo la DUDA, más información acá.


 

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