¡Mi vida no es mía!
En mi viaje por el Nuevo Testamento, al pasar por el libro de Hechos, Dios me detuvo en un versículo que ha transformado mi vida.
Un versículo que ronda mi cabeza y no deja de transformar mi mente y mi espíritu.
Un versículo que define como es mi vida HOY.
Un versículo que ronda mi cabeza y no deja de transformar mi mente y mi espíritu.
Un versículo que define como es mi vida HOY.
Verán, yo siempre visualicé mi vida de un modo totalmente distinto al que vivo hoy.
Yo soñaba con graduarme, ser profesional, vestirme con ropa costosa, zapatos de diseñador, utilizar bolsos de lujo, obtener mi auto, comprar mi apartamento... ¡vivir sola!
Poco a poco mi vida había ido cambiando: ya no estaba sola, sino casada, con hijos. Pero aún conservaba mi sueño laboral intacto, iba por muy buen camino para cumplirlo casi completamente.
Sin embargo, al poco tiempo de haber aceptado al Señor, mi vida comenzó a dar unos giros inesperados. En poco tiempo, la vida que yo había ido construyendo desde hacía años, se derrumbó.
La vida que yo había construido era una vida de orgullo: superficial y vana. Y la vida que me presentaba Dios no me agradaba para nada.
Era demasiado sencilla.
Durante años, el Señor tuvo la paciencia de moldearme conforme a lo que El deseaba de mí.
Me transformó desde cero para ser quien soy hoy, dándome la vida maravillosa que tengo en el presente.
Pero no fue sino hasta hace unas semanas leyendo el libro de Hechos que encontré un versículo que puede aplicarse a la vida que disfruto ahora:
"Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal de que acabe mi carrera con gozo,
y el ministerio que recibí del Señor Jesús para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios."
Hechos 20:24
Verán:
Mi vida ya no es mía, sino la que Dios me regaló.
Mi vida no es mía, mi vida es de Dios, es de mi esposo, es de mis hijos naturales, de mis hijas espirituales, de cada persona a la que pueda servirle para mostrarle a Jesús.
Este ministerio (Una mujer viviendo para Dios) me lo dio Nuestro Señor Jesús y es para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Sigue siendo Su vida y no la mía.
La vida y el ministerio, ambos, son regalos de Dios para servirle a El contándole a otras quién es El y lo MUCHO que les ama.
Eso es lo que se llama, la gracia de Dios: un regalo que yo no merecía.
Nunca mereceremos lo que El hizo por nosotras, ni lo que hace cada día. No obstante, podemos vivir confiadas entregándole nuestra vida a El para que la moldee conforme a Su propósito.
La vida que tengo ahora es una vida de entrega para El y para otros. Es todo lo contrario a lo que yo soñaba y que construí por años, mas la vida que vivo ahora es 100 veces más satisfactoria que la anterior. Es como haber vivido dos veces. Sólo que ésta vez es mucho mejor.
¡Mi vida no es mía!
¡Mi vida no es mía!
Este es un regalo de gracia.
Esta gracia, es el regalo que Dios tiene para ti también. No mi misma vida, pero una vida distinta a la que vives y que te puedo confirmar que es mucho mejor. La vida que Dios te ofrece siempre es algo radicalmente diferente a todo lo que has soñado alguna vez.
Entrégale tu vida y verás.
¡Un abrazote!
¡Dios es fiel!
Priscilla