Érase una vez...

Érase una vez una chica que vino de otro país a uno de grandes riquezas naturales en donde formó una familia.




Ella era muy feliz, pero aún más feliz desde que conoció a su Más Amado. El cual le tenía en un lugar especial lleno de cosas lindas, rodeada de paisajes hermosos y de su familia. Pero llegó el día en que su Amado le pidió que saliera de ahí y fuera a otro lugar. Este lugar sería suyo, propio,pero... no era bonito, estaba rodeado de lugares lúgubres y a su familia tampoco le gustaba.
Ella obedeció pero su corazón comenzó a albergar una terrible enfermedad: queja.
Esta enfermedad eventualmente, endureció su corazón, la llevó lejos de su Amado y nunca más lo volvió a ver.

Esta historia no es del todo real pero perfectamente podría serlo.
Esta historia tiene un parecido a otra historia: la de Israel.

Cuando Dios le pidió a Moisés que sacara a su pueblo de Egipto todos estaban felices, pero muy pronto comenzaron a quejarse del lugar donde estaban, de lo que veían en el viaje, de las incomodidades, de lo que comían, de lo que les faltaba, de lo mucho que extrañaban el pasado y el lugar de donde venían de repente les parecía mejor que este otro. 
Muy pronto sus corazones comenzaron a asumir la gracia de Dios y, a pesar de ver milagros, creció su falta de fe; alejándose por completo del propósito de Dios y de su hermosa tierra prometida. 

Cuando usted y yo tratamos de darle sentido a las cosas que no entendemos 
(porque Dios no nos ha dicho lo que necesitamos saber para comprenderlas), 
terminamos siempre envidiosos de otros y amargados con Dios. -Paul Tripp

Paul Tripp es un escritor cristiano que ha publicado muchos libros y sin duda ésta es la frase suya que más me gusta. De hecho es una frase que podría asociarse muy certeramente con Hebreos 3: 7-19. En donde el autor de éste libro bíblico dice algo muy parecido acerca del comportamiento de Israel en el desierto y de cómo debemos de cuidarnos para que no nos suceda lo mismo que a ellos.

El pueblo de Israel comenzó con una actitud que aún hoy en día es sumamente popular; la queja. Ellos comenzaron a quejarse de todo,esto los llevó a que murmuraran en contra de Dios y de ahí era un paso muy pequeño hacia la falta de contentamiento con la salvación que Dios les estaba proveyendo, disponiendo en ése lugar un sufrimiento por los placeres pasados de Egipto. 

Cambiaron el gozo de la salvación por la falta de contentamiento con éste.
Cambiaron la gratitud por la queja.
Cambiaron la aceptación humilde de la gracia de Dios por asumir ésa gracia.
Cambiaron, finalmente, la fe por la incredulidad.
Y sus corazones se endurecieron y rebelaron contra Dios. 

 Israel falló al no tener su corazón centrado en Dios.

¿Será que estás en una época en la que Dios te está moviendo para otro lugar y no te parece tan bonito?
Yo estoy pasando por una temporada en que lo único que se ve desde donde estoy no me parece tan lindo. A veces, pareciera que de donde vengo es más agradable que en donde me encuentro.
Las circunstancias no parecen las ideales, los problemas surgen de repente como una mala hierba que no es posible de arrancar totalmente. 
Pero, ¿qué sucede si me doy por vencida y no logro entrar en la tierra prometida que Dios me ha entregado?
¿No es la perseverancia de los santos en la biblia uno de los más valiosos ejemplos? ¿No es la perseverancia de Cristo, en su obediencia, el ejemplo más preciado para los cristianos?
¿No es la falta de obediencia de Israel y su castigo suficiente exhortación para permanecer firme en la fe?

Amigas, el pueblo de Israel que salió de Egipto, no pudo entrar en la tierra prometida porque pecaron de incrédulos.
No le creyeron a Dios, se quejaron y se alejaron en sus corazones.

¿Está la queja en sus bocas durante ésta época? ¿Es la queja el común denominador de todas sus conversaciones? ¿Es la queja como una incomodidad constante en su corazón pero simplemente no la puede desprender del todo?

La gratitud puede cambiar todo éso. La gratitud es el remedio por excelencia para iniciar en la perseverancia de la fe.



Dios es fiel
¡Un abrazote!

Priscilla



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