Cómo, Yo educo a mis hijos.
Hay bendiciones de parte de Dios que de entrada no parecen bendiciones porque vienen cargadas de situaciones que percibimos como negativas. Sin embargo, con el paso del tiempo podemos ver cómo ésa bendición florece haciéndose muy hermosa.
Esto fue lo que nos pasó con la decisión consciente y orada de hacer homeschooling , o educación en casa. El término no me era desconocido pero nunca lo había considerado para educar a mis hijos.
En ése momento parecía algo que no podría desarrollar, algo que en definitiva era un camino lleno de obstáculos: mi esposo, familia, cultura, finanzas...
Fue después de orar varios meses que mi esposo descubrió lo que mismo que yo: Dios nos estaba llamando a educar a nuestros hijos en casa. Al principio fue solamente a uno de nuestros hijos, pero con el paso del tiempo lo hicimos con el más pequeño también.
En todo momento Dios nos iba guiando para el camino que El deseaba para nosotros. Nunca ha sido fácil o sencillo. Al contrario, desde el inicio tuvimos oposición, críticas, dudas, incertidumbre.
Oposición familiar. Críticas sociales. Dudas internas de si en realidad estábamos preparados. Incertidumbre de no lograr llegar a la meta trazada.
Pero, como dije anteriormente, con el paso del tiempo podemos ver cómo las bendiciones florecen para lo que realmente fueron diseñadas ser.
Tenemos 2 años educando a nuestros hijos en casa y cada año ha sido distinto. Al principio aprendimos cómo renovar nuestra mente como dice Romanos 12:2. Este segundo año estamos aprendiendo sobre desarrollo y formación de carácter dentro del plan de Dios como nos repite Jeremías 29:11. Una lección que también hemos aprendido es a entregar nuestras vidas al Señor, dejándolo que El nos transforme en lo que El desea.
Porque el homeschooling es más que aprender académicamente. Educar en casa es un proceso de santificación y de crecimiento espiritual tanto de quien educa como del educado.
Es por esto que al contemplar en el hashtag #yoeducoamishijos el cual se ha vuelto tan popular en éstas semanas, yo me pregunto: ¿Estoy educando a mis hijos a que naden contra la corriente o les avalo que piensen conforme a éste mundo en el que vivimos?
Yo educo a mis hijos (literalmente) esperando que, verdaderamente, con la ayuda de Dios yo forme varones a la imagen de Cristo, varones que hagan la diferencia en las vidas de otros, reales caballeros en los que se refleje la gloria de Dios trabajando para que Su reino se expanda.
Yo educo a mis hijos creyendo que con Cristo podemos hacer la diferencia en éste mundo, de modo que vivan amorosamente, con humildad y misericordia.
Yo educo a mis hijos para ser los esposos de alguien, los padres de algunos, los compañeros de varios otros y los líderes del mañana.
Yo educo a mis hijos para Dios.
No digo que lo que hacemos es perfecto o que sea la única opción para familias piadosas, sino que con nuestra decisión de seguir el plan que Dios trazó para nosotros estamos educando para la gloria de Dios, buscando agradarle a El, un día a la vez.
En ése momento parecía algo que no podría desarrollar, algo que en definitiva era un camino lleno de obstáculos: mi esposo, familia, cultura, finanzas...
Fue después de orar varios meses que mi esposo descubrió lo que mismo que yo: Dios nos estaba llamando a educar a nuestros hijos en casa. Al principio fue solamente a uno de nuestros hijos, pero con el paso del tiempo lo hicimos con el más pequeño también.
En todo momento Dios nos iba guiando para el camino que El deseaba para nosotros. Nunca ha sido fácil o sencillo. Al contrario, desde el inicio tuvimos oposición, críticas, dudas, incertidumbre.
Oposición familiar. Críticas sociales. Dudas internas de si en realidad estábamos preparados. Incertidumbre de no lograr llegar a la meta trazada.
Pero, como dije anteriormente, con el paso del tiempo podemos ver cómo las bendiciones florecen para lo que realmente fueron diseñadas ser.
Tenemos 2 años educando a nuestros hijos en casa y cada año ha sido distinto. Al principio aprendimos cómo renovar nuestra mente como dice Romanos 12:2. Este segundo año estamos aprendiendo sobre desarrollo y formación de carácter dentro del plan de Dios como nos repite Jeremías 29:11. Una lección que también hemos aprendido es a entregar nuestras vidas al Señor, dejándolo que El nos transforme en lo que El desea.
Porque el homeschooling es más que aprender académicamente. Educar en casa es un proceso de santificación y de crecimiento espiritual tanto de quien educa como del educado.
Es por esto que al contemplar en el hashtag #yoeducoamishijos el cual se ha vuelto tan popular en éstas semanas, yo me pregunto: ¿Estoy educando a mis hijos a que naden contra la corriente o les avalo que piensen conforme a éste mundo en el que vivimos?
Yo educo a mis hijos (literalmente) esperando que, verdaderamente, con la ayuda de Dios yo forme varones a la imagen de Cristo, varones que hagan la diferencia en las vidas de otros, reales caballeros en los que se refleje la gloria de Dios trabajando para que Su reino se expanda.
Yo educo a mis hijos creyendo que con Cristo podemos hacer la diferencia en éste mundo, de modo que vivan amorosamente, con humildad y misericordia.
Yo educo a mis hijos para ser los esposos de alguien, los padres de algunos, los compañeros de varios otros y los líderes del mañana.
Yo educo a mis hijos para Dios.
No digo que lo que hacemos es perfecto o que sea la única opción para familias piadosas, sino que con nuestra decisión de seguir el plan que Dios trazó para nosotros estamos educando para la gloria de Dios, buscando agradarle a El, un día a la vez.