Como cambiar si a usted no le gustan los cambios.
A un año de haberme pasado de casa, de ciudad, de clima, de ambiente... Dios sigue cambiando mi camino.
Foto por Unsplash |
Creo que ya les había comentado en alguna ocasión acerca de que yo soy una persona a quien no le gustan los cambios, me parece que la palabra que busco en mi mente es: detesto. Si, detesto los cambios. Pero a medida que pasa el tiempo se me hace que a Dios no le gusta ésta parte de mi personalidad y desea cambiarla con cambios.
Hace unas semanas atrás nos sorprendió una noticia bastante particular y que involucra un cambio drástico, más que sólo cambiar de ciudad, pero más adelante les contaré.
Lo que deseo contarles hoy es bastante personal, porque a pesar de que la mayoría de los versículos en éste estudio nuevo (La mente de Cristo) son conocidos para mí y algunos los tengo memorizados, y otros han sido subrayados, anotados, dibujados o señalados en mi biblia a lo largo de los años, ésta vez fue diferente. Siendo la Palabra de Dios palabra viva, más eficaz que espada de doble filo que discierne los pensamientos más profundos, he notado algunas ideas nuevas con respecto a cómo desea Dios que sean mis pensamientos... en especial con el tema del cambio.
A pesar de que este nuevo cambio que se aproxima no me ha asustado, en cambio lo he tomado con gracia, con aceptación y con mucha gratitud. Debo aclarar que aún no es definitivo pero ya ha generado cambios secundarios en nuestra familia. De verdad, debo decirles que estos cambios, a pesar de ser cambios, es algo que de alguna manera necesitaba mi corazón. Pero ésto es sólo un reflejo del Espíritu Santo actuando en mi vida y no de mí misma. Yo no puedo llevarme el crédito.
De hecho, leyendo uno de los versículos de éste estudio bíblico sentí que Dios me hablaba claramente:
Si de veras se les habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él.
Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos;
ser renovados en la actitud de su mente; y
ponerse el ropaje de la nueva naturaleza creada a imagen de Dios,
en verdadera justicia y santidad.
Efesios 4:21-24
Este versículo nos dice que si en verdad somos hijas de Dios, si en verdad hemos sido establecidas en la fe, enraizadas en Cristo y hemos aprendido de Él, entonces hay ciertas cosas que debemos de hacer en nuestras vidas: cambios.
El primer cambio es quitarnos de encima lo que antes éramos, todas esas prácticas desagradables para Dios, el corazón endurecido por el pecado y los deseos pecaminosos,... tal como mi resistencia al cambio. Porque aunque no podría verse necesariamente como un pecado sí es una manera en que yo me rehúso a la voluntad de Dios en ciertos temas, o al camino que Él ha escogido para mí. Siendo ésto un corazón endurecido hacia Su voluntad, en pocas palabras, desagradable para Dios.
Seguidamente, éste versículo anterior nos enseña que debemos de renovar nuestra mente. Renovar como hacer nueva, mejorar, modernizar, cambiar lo viejo por lo nuevo... en nuestra MENTE. En pocas palabras, dejar nuestras antiguas mañas, en mi caso sería esa maña de detestar el cambio o rehusarme a los cambios.
Y por último, dice el versículo, ponernos la ropa nueva de nuestra nueva identidad. Porque si con Cristo hemos resucitado entonces nosotras somos nuevas, ahora somos aquellas que fuimos creadas por El en Cristo para buenas obras, somos aquellas a las que ahora llama santas, las que fuimos llamadas de las tinieblas a la luz. Entonces ahora somos diferentes a quienes éramos antes nunca más iguales al pasado.
¿Pueden ver ustedes lo Dios me habló por medio de Su palabra?
¿Pueden ver ustedes lo Dios me habló por medio de Su palabra?
Yo no puedo decir que soy hija del Altísimo si continúo con mi mentalidad pasada detestando los cambios. Ahora, mi mente debe de renovarse, hacerse nueva como la imagen de la de Cristo dejando atrás ésa vieja maña.
¿Cómo puedo cambiar? ¿Y cómo puede usted cambiar, si es como yo y detesta los cambios?
Esta idea nueva le revolucionará su mente, haciéndola nueva y permitiéndole cambiar.
¡Si, usted puede cambiar!
Esta idea nueva le revolucionará su mente, haciéndola nueva y permitiéndole cambiar.
¡Si, usted puede cambiar!
Ésta idea le quitará ése miedo y ésa resistencia al cambio: Permitiendo primeramente que el Espíritu Santo nos de la fortaleza para lograrlo y segundo, activamente, llevando cautivos TODOS los pensamientos para que se sometan a Cristo.
Recordemos que el evangelio no es un programa de mejoramiento personal sino un evangelio de gracia. Esto significa que el Señor nos provee de Su favor, aún sin merecerlo, para ser más como su Hijo y menos como nosotras. Este es un trabajo que Él realiza en nosotras cuando nos sometemos a El, a Su voluntad. Fácil no será pero por fe,creemos que el Señor sigue puliendo nuestras vidas para Su gloria.
Cuando usted se somete a Dios, lee Su Palabra diariamente y permite que el Espíritu Santo obre en su vida, usted será transformada. Usted cambiará. Ya no tendrá miedo o resistencia a cambiar sino que por obediencia y amor, hará lo que Dios desea que haga.
Recordemos que el evangelio no es un programa de mejoramiento personal sino un evangelio de gracia. Esto significa que el Señor nos provee de Su favor, aún sin merecerlo, para ser más como su Hijo y menos como nosotras. Este es un trabajo que Él realiza en nosotras cuando nos sometemos a El, a Su voluntad. Fácil no será pero por fe,creemos que el Señor sigue puliendo nuestras vidas para Su gloria.
Cuando usted se somete a Dios, lee Su Palabra diariamente y permite que el Espíritu Santo obre en su vida, usted será transformada. Usted cambiará. Ya no tendrá miedo o resistencia a cambiar sino que por obediencia y amor, hará lo que Dios desea que haga.
"Nuestra obediencia no nos da un estatus de santos sino que es un reflejo de ello,
honrando a Dios al hacerlo y ayudando a otros por medio ella." Kevin DeYoung
¿De qué maneras éste estudio ha cambiado su mentalidad?
¿Qué le está enseñando el Señor por medio de su Palabra en éste estudio?
¡Un abrazote!
Priscilla