Duda e incredulidad ¿Son lo mismo?


Durante algún tiempo sufrí con la duda debido a que estuve en una iglesia con una doctrina equivocada, lo que me provocó cuestionar todo lo que leía en la Biblia. 
Durante ése tiempo convulso sufrí muchísimo porque no estaba segura de si era una mala cristiana por dudar (puedes ver lo que escribí por acá ).





La duda mía estaba muy centrada en la incógnita de si la duda y la incredulidad eran lo mismo.
Así que te voy a contar todo lo que Dios me enseñó cuando estudié a profundidad Su Palabra con respecto a éste tema.

La duda es cuando estamos indecisas ante los hechos que se nos presentan como verdad y necesitamos algo que nos ayude a decidir qué es cierto para nosotras.  Debido a la sociedad y a la cultura, nuestra perspectiva puede estar teñida de verdades a medias y de mentiras por lo que la Verdad (si, la verdad con mayúscula que es Cristo) puede resultarnos extraña o ajena.
Esto causa que no creamos en Dios, que no le creamos a Dios o que no creamos en Su Palabra. ¡O las tres juntas!

Como les conté en éste artículo, la duda puede ser una "duda saludable" cuando es algo que nos empuja hacia Dios.

Entonces, si existe una duda saludable por ende existe una "duda peligrosa" esa es la duda que nos hace alejarnos de Dios, todo lo contrario a la anterior. Este tipo de duda provoca que nos alejemos de Dios,  pero también de Su Palabra, de Su iglesia y que por lo tanto se alimente negativamente de tal manera que crezca exponencialmente, hasta el punto de convertirse en incredulidad. 
La incredulidad es cuando hemos llegado al punto de que las verdades a medias o las mentiras de la sociedad o de la cultura en la que vivimos, han absorbido completamente nuestra mente, nuestro corazón o nuestro espíritu, llenándonos cada vez más de dudas que nos alejan de Dios en lugar de provocar que nos acerquemos a Él. La incredulidad es negar la fe, es negar el evangelio de Cristo totalmente, es vivir sin fe (1 Tit 5:8).

Alimentar la duda es una decisión que tomamos poco a poco, por lo que no es algo contra lo que no tenemos armas o que nos asalta por sorpresa, sin que nosotras podamos hacer algo para defendernos. Alimentar la duda es una acción que nosotras mismos hacemos día a día con nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestras actitudes. Alimentar la duda está en nosotras, no es algo externo.
Y alimentar la duda poco a poco nos lleva por el camino de la apostasía.

Talvez alguna de ustedes ha escuchado ésa plabra pero no sabe realmente qué significa y sólo la asocia con algo malo. La apostasía es, para ponerlo en palabras sencillas, abandonar y odiar la fe que una vez se profesó.
Ese sería el punto culminante que inició con una duda peligrosa.


En Mateo 14: 30- 31 Pedro deja de mirar a Jesús mientras camina sobre el agua lo que provoca que comience a hundirse (hundirse en éste caso sería la ilustración de la duda). Esto mismo que le sucedió a él, es lo que nos sucede a nosotras cuando apartamos la mirada de Jesús para ponerla en algo o en alguien más.
Cada vez que nosotras pensamos "yo soy muy inteleginte", "yo lo puedo lograr", "yo lo puedo hacer", "mis planes son muy buenos", "yo soy talentosa, capaz, soy buena adminstradora" "yo puedo manejar esto..."
Todos éstos pensamientos, aparte de idólotras, hacen que pongamos la mirada lejos de Jesús porque estamos confiando en nosotras mismas y en nuestras capacidades. Al confiar en mí, dejo de confiar en Dios. Cuando no confío en él, ya no tengo fe, eso es la duda. 

Es normal atravesar por períodos de duda, así que no se preocupen si ustedes están pasando por pruebas que les provoca dudar. Eso no significa que ustedes han abandonado a Dios. Sin embargo, recordemos que ante cualquier cambio de dirección , como leer la biblia mas frecuente, dedicar más tiempo a la oración, o profundizaar en nuestra relacion con Dios, va a provocar que el enemigo y aún el enemigo que está en nosotras mismas (nuestro corazón pecaminoso) comience a bombardearnos con los pensamientos de "¿estás segura de que Dios dijo eso? " ,"¿estás segura de que éso es verdad?", "ya no siento a Dios cerca, seguramente se alejó", "creo que estoy haciendo algo malo porque no siento a Dios"...

Primero recordemos que nosotras no "sentimos la verdad" porque nadie siente que 2 +2 es igual a 4, eso lo sabemos. De igual manera no sentimos que Dios está con nosotras, eso lo sabemos porque es la verdad. 
Segundo, atravesar pruebas que nos quitan el control de nuestras manos provoca que tengamos dudas porque ya nos somos nosotras las que llevamos las riendas sino otro: Dios. Y si no le conocemos suficiente, esto nos puede provocar que no sepamos qué desea o cuál es Su voluntad.

Yo misma he atravesado éste tipo de pruebas. Pero podemos recordar a éste personaje bíblico que experimentó dudas y hacer lo que él hizo. 
O incluso, cuando tenemos dudas, siempre tenemos la opción de refugairnos en la oración, en Su Palabra y poner nuestra mirada en Jesús, haciendo lo que hizo Pedro, decir : "Señor, sálvame.", o como el padre de Marcos 9:24 decir: "Yo creo. Ayúdame con mi incredulidad".

 Así que no estamos desamparadas con nuestras dudas y si las sabemos manejar bíblicamente podremos evitar el fatal destino de la incredulidad.
Amiga, no estás sola, Cristo te acompaña cada día de tu vida. 

¡Un abrazote!
Priscilla


P.D. Éste artículo es de apoyo para el estudio bíblico: Combatiendo la DUDA, el cual puede encontrar aquí
                                                                                                                                                

Entradas populares