Las expectativas erróneas nos impiden ver al verdadero Dios
Uno de los errores más comunes al leer la Biblia es nuestra perspectiva acerca de lo que leemos.
Foto por IvoryMix |
Esta se encuentra permeada por nuestra cultura, nuestra familia, por el país en el que vivimos, nuestro pecado y nuestras experiencias. Todas juntas nos dan un punto de vista subjetivo acerca de lo que leemos, y esto puede llevarnos indudablemente a tener ciertas expectativas acerca de lo que leemos en la Biblia.
En en el Evangelio de Lucas, en el capítulo 3 se narra cómo las personas tenían una expectativa determinada acerca de quién sería Cristo, por lo que se preguntaban entre ellos si el Mesías sería Juan el Bautista.
Sin embargo, en el capítulo 11 de Mateo, es Juan el Bautista quien le manda a decir a Jesús que si él era al que tenían que esperar como Mesías o si era otra persona la que vendría.
Tantas expectativas...
A todo ésto no es que Juan el Bautista no supiera quien era Jesus, porque no sólo eran parientes, sino que en la descripción que hacen los evangelios, se hace énfasis acerca de que Juan sabía quién era él. De hecho en el evangelio de Juan (que no es Juan el Bautista), en el pasaje 1: 29, Juan el Bautista se refiere a Jesús como el Cordero del mundo y como el Cordero de Dios, lo cual es una referencia directa de que era el Mesías esperado. Asi que sí sabía quien era.
Podríamos comenzar a preguntarnos el porqué Juan enviaría a sus discípulos a preguntar si era el Mesías, si de hecho ya lo sabía... ¡o parecía saberlo! Lo que sucedió, era que la prueba tan grande que estaba atravesando Juan el Bautista al estar encerrado en una masmorra por todo un año, le estaba haciendo crecer las expectativas que tenía con respecto a lo que "él" creía que debería de hacer el Mesías y que esas expectativas no se estaban cumpliendo. El tenía el punto de vista de que Jesús sería el libertador, pero lo veía desde el punto de vista literal, en lugar del libertador espiritual de nuestros pecados. Ahí vemos las expectativas de Juan con respecto a la realidad de quién es Jesús.
La otra expectativa de Juan era acerca del cumplimiento del final de los tiempos, el cual él creía que era en el presente de él, y no como sabemos ahora, que será cuando Cristo venga por segunda vez. Otra expecativa contrastada por la realidad de los eventos.
La verdad es que las temporadas díficultosas hacen que las expectativas no cumplidas comiencen a hacerse más grandes e disparen episodios de duda. Las expectativas no cumplidas acerca de Dios y de lo que creemos que Él hará, o lo que creemos que debería de hacer, terminan siendo defraudadas cuando el énfasis está puesto en ellas y no en Dios.
Nuestras expectativas nos hacen creer cosas equivocadas acerca de Dios y acerca de Su Palabra. porque nuestras expectativas son nuestras, están centradas en nosotras, en nuestros deseos y nuestros pensamientos pero no son la Verdad. Usualmente nuestras expectativas nos desilucionan con respecto a las respuestras de parte de Dios hacia nuestras oraciones, independientemente de si son positivas o negativas. Jesús mismo dijo que cuando no conocemos a Dios o a Su Palabra, cometemos errores graves (Marcos 12:24).
Sin embargo, nuestra fe puede ser renovada en Cristo según nos lo recuerda 2 Cor 1:20, que: "todas las promesas que ha hecho Dios son sí en Cristo y así por medio de Cristo respondemos amén para la gloria de Dios." Eso significa que nuestra fe es renovada por la confirmación de que Jesús cumple todas las promesas que Dios el Padre ha hecho desde el principio, desde siempre. Entonces esto produce que nuestras expectativas se alinien con la Palabra de Dios y no al revéz.
Nuestras expectativas deben de someterse a la Palabra de Dios y no al revés.
Lo escribo nuevamente porque, en algunas ocasiones buscamos la forma de confirmar nuestras expectativas en la Palabra de Dios, buscando versículos fuera de contexto para apoyar lo que creemos, sea esto una verdad o no. Cuando la realidad es que nosotras debemos de buscar comprender que la Palabra de Dios es la Verdad y no lo que creemos.
Honestamente hablando, algunas veces nuestras expectativas nos pueden llenar de dudas, lo cual es normal en los seres humanos. Pero ésto no tiene porqué ser algo terrible, ni algo que nos aparte de Dios, de hecho, podría ser la clave para hacer crecer nuestra fe. Y es por eso que les comparto por acá algunos artículos que están relacionados con la duda y la incredulidad.
Duda e Incredulidad: ¿son lo mismo?
Además acá hay un estudio bíblico que puede ayudarle si la duda está tocando a la puerta de su corazón.
Amigas lectoras, busquemos a Dios de todo corazón y sometámonos a Su Palabra, independientemente de las expectativas que tengamos.
¡Un abrazote!
Priscilla